A tus pies siempre rendido



10/11/95

I
Ahogándome en el suplicio
de sentirte muy lejana,
te busqué con la mirada,
te busqué muy confundido,
pero al darme por vencido
ignoré que tú ya estabas
esperando mi llegada
para hablar de lo ocurrido.

II
Sin paciencia y sin motivo
no te quise dar palabra
y escribiéndote una carta
te narré que había sentido
que mi cuerpo, mis latidos
y mi sangre acelerada
por tu ausencia no eran nada
porque tú lo habías querido.

III
Fue un error lo sucedido,
fue un descuido que pasara,
pero sólo la venganza,
pero sólo tu castigo,
es lo único que aspiro
por la herida de la daga
que encontré sobre la dama
de los sueños que he tenido.

IV
Ahora estoy arrepentido,
ahora quiero tu mirada,
y si tú me perdonaras
volvería a tu destino
para ser de nuevo el niño
que en silencio te buscaba
cuando tú ya me esperabas
a tus pies siempre rendido.

Héctor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario