La Isla de las Virtudes...

Cuenta una historia que existía una lejana isla, rodeada de oleajes azules y brillos de coloridos resplandores, donde habitaban cinco jovencitas a quienes les llamaban Las Virtudes.

Estas jóvenes que crecían en la isla, jamás habían conocido a sus padres y han estado por largos años en la búsqueda de señales e indicios que les puedan devolver a sus seres queridos, para conocerlos y disfrutar con su recuerdo el resto de sus vidas.

La mayor de las Virtudes es Sabiduría. Teniendo algunos años, se acompañó con Paciencia, las cuales formaron rápidamente una familia con Amor y por último llegaron las más jóvenes, Constancia y Caridad. Todas ellas hermanas de sangre y protectoras una de la otra, fueron creciendo con el firme deseo de conocer quiénes fueron sus padres.

Fue pasando el tiempo conforme a los años. Sólo contaban con ellas y su tía Prudencia para poder sobrevivir al impetuoso desafío de completar su familia. Sólo habían encontrado un pergamino viejo, donde hacía constancia del nombre de su padre, nada menos que Perdón. Una noche, reunidas con el calor del fuego en la playa, meditando y retomando recuerdos tácitos del pasado, dice la mayor de las Virtudes que probablemente dentro de una joya que su madre había dejado guardada por años, podía estar una muestra de su identidad. Con Paciencia de su lado y sin dejar atrás la presencia de Amor, abrieron lentamente la joya y se dieron cuenta de una de las más absolutas realidades de la vida: La madre de las Virtudes es Humildad.

La alegría y la nostalgia las invadía con gran entusiasmo y ganas de llorar. Al fin habían alcanzado el más grande objetivo que se habían trazado en su vida. Habían alcanzado su meta, sólo con Caridad, Constancia, Amor, Paciencia y Sabiduría, entendiendo todavía que a pesar de cualquier cosa, por siempre les haría falta su Perdón y su Humildad.

Tomemos de estas líneas el mensaje intrínseco que nos ayuda a ser mejores personas cada día, así el mundo también será cada vez mejor…!.

Héctor B.